domingo, abril 06, 2014

Tu ausencia




Tarde de ausencia,
De recuerdo
De moscas atravesando el silencio en magnífico vuelo
De frío fuerte en la ventana sola
-apenas un gato se anima a mirarla-

Por eso me embriago,
Para no quererte,
Para no pensarte.

Por eso los retratos de mi soledad
Son como el eco de tu mirada
De tu pecho junto al mío y tu desnudez
Y nuestro conversar después hasta la mañana.

Pero el tiempo pasa
Nuestras hijas  comprenderán, porque nos aman,
Tarde o temprano llegará otro mañana
Y otros días nos traerán otras miradas.

Tarde de ausencia
Sin ganas
De ahogarlo todo en una lágrima,
Por eso cierro las ventanas y pongo el cerrojo,
La noche  llama desde fuera,
Otro día que se acaba.

 

 

viernes, noviembre 22, 2013

Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde


Pocas veces en la vida valoramos lo que tenemos, a veces como sucede con las vacas de un corral, estamos mirando el pasto del otro lado de la cerca pensando que aquel es más sabroso que el que tenemos.

Sucede a menudo con nuestros afectos, nos alejamos por malos entendidos y es cuando recién nos damos cuenta de lo que tuvimos, pero a la vez de lo que perdimos. No es fácil reconocer que nos equivocamos, pero tampoco podemos estar equivocándonos todo el tiempo, constantemente y hacer del error una monotonía. Aunque dicen que es mejor equivocarse porque ello significa que algo hacemos, los que no se equivocan casi siempre permanecen inmutables es necesario aprender de nuestros errores la vida de nuestros días grises.

A veces parece que la vida nos ahoga y es fácil pensar en salidas nada prudentes, la vida pese a todo sigue siendo hermosa y nada hay en ella que merezca dejarla pasar de largo sin siquiera darnos cuenta.

Cada día puede ser el último, uno nunca sabe en qué momento nos buscará la mano solitaria y fría de la muerte, sin darnos tiempo a pedir el perdón postergado, el te amo negado, la palabra de amor no dicha ni el instante feliz que pudimos haber regalado a ese alguien al que preferimos tratar con indiferencia porque creímos que el tiempo era eterno y que la muerte no iba a llegar a buscarnos.

La vida está hecha de instantes inesperados, en la película de nuestra vida somos las estrellas, el artista principal que ríe, calla, se cae, se levanta y sufre. Somos los arquitectos de esa dicha o infelicidad, perpetua o temporal. Nadie va a hacer por nosotros lo que no hagamos por nosotros mismos.

La vida tiene tiempos extraños, días lluviosos, días soleados. No hay pena que dure todo el tiempo, ni melancolía a la que no borren los días. La vida es apenas un instante si la comparamos con tantas cosas que aprendimos con el tiempo, en la vida apenas somos pasajeros que tomamos un bus cuando nacemos y no sabemos en qué instante nos desembarcarán en algún paradero.

Nada es eterno, todo es efímero y pasajero. Hay cosas que duran más, eso es cierto; pero nada hay a lo que no llegue su último momento. Siempre nos damos cuenta de lo que tuvimos cuando lo perdemos y casi siempre es tarde para decir me arrepiento.

La vida está hecha de momentos inesperados que sin darnos cuenta se los lleva el tiempo, mientras nos hacemos viejos, mientras nos negamos un beso, un afecto, un te quiero… hasta que un día nos damos cuenta que estamos muertos.

No dejes que el río de los días se lleve tu vida, aunque a veces hay momentos tristes vale la pena seguir viviendo. Aunque las lágrimas rueden tus mejillas, vale la pena llorar la pena contenida para dejar el alma libre del peso inútil de la ausencia.


Vale la pena hacer cualquier esfuerzo para ser feliz. Y aun cuando parezca que todo está perdido se puede volver a empezar, en otra ciudad, con otra gente, con otros afectos… Mientras haya vida habrá esperanza y todas las penas al final siempre se acaban. Vale la pena cualquier razón para ser feliz, buscar la dicha escondida en cualquier momento.

lunes, octubre 28, 2013

Del edificio Las Moreras al vacío de esta tarde



Y volvimos a casa con las ganas de morir,

En medio de cláxones de autobuses y de tantos ruidos deshabitados de silencio.

(Atravesamos la calle cerca  a los institutos de enfermeras /Los trajes blancos siempre me perturbaron, siempre parecieron ser 

                El eco que cae sobre una mesa después de la merienda,

                        En ese momento en que las moscas empiezan a surcar ese silencio infinito, con su zumbido agrio.

Una vez una enfermera habitó mi sueño.

Otra vez fue una farmacéutica con su traje blanco y su olor a asepsia

Las farmacias siempre me sedujeron con su olor a limpio, a alcohol y Vic Vaporub,

A infancia blanca, detenida entre las líneas pintadas en una pared por una  mano infante)

Y volvimos cruzando varias calles, con puestos de periódicos que colgaban titulares violentos,

Con papeles amarillos, con ese olor indefinido…

(Otro de los olores que me atrapan, el de la tinta y el papel, el mismo olor de siempre como cuando en los ochenta envolvíamos la basura en las grandes hojas de El Comercio –con sus letras góticas- y las lanzábamos por el incinerador en el piso sétimo del edificio Las Begonias o del piso octavo del edificio Las Moreras en la Residencial San Felipe)

Y los diarios sujetos con ganchitos de ropa, ganchitos de madera, que ya no se ven como antes…

Diarios con titulares sensacionalistas, con mujeres desnudamente bellas y descaradas.

Y regresamos, pero en realidad nos estábamos yendo hacia el recuerdo,

Al olor de las farmacias y las librerías

Porqué en el primer piso del edificio Las Begonias había una librería cuyo aroma aun me penetra el alma cuando me acuerdo

De todos esos libros en la vitrina,

Como puertas que se abrían a otros mundos.

Yo quería ser un librero,

Un vendedor de libros y revistas,

Daba lo mismo si era en una librería de residencial o en un quiosco de esquina colgando con ganchitos los diarios cada día.

En esos días tenía cinco años

Casi un cigoto en los días de la vida / pero sabía que acabaría escribiendo cualquier día un poema a esos días

Y después me enamoré de una enfermera y tuve un hijo con una farmacéutica llena de melancolía.

Y hoy me he enamorado de una poeta/ en el rincón vacío de esta tarde/ la del árbol de lúcuma y de la casa gris de Celendín.

Me acuerdo de ella y de su distancia,

De la voz de su padre y de su madre después de años de ausencia,

Pidiéndome que no haga lo que ellos hicieron, es decir, abandonarla y quebrarle alma a gritos como ellos tantas veces lo hicieron…

Y la veo metida dentro de mi alma habitando el tiempo detenido de mi vida

Yo no sé qué destino hay en todo ello,

Pero sucede que a veces un letrero de neón te dice tu futuro y 35 años después las cosas se cumplen.

Como se han cumplido en mi vida.

De esta mañana solitaria en que escribo en la sala de redacción de un diario que está habitado por fantasmas, mientras al otro lado del muro unos niños juegan pateando una pelota mientras sus madres los contemplan preocupadas, porque saben que no todo el tiempo durará la niñez y un día irremediablemente tendrán que partir/


Como yo también partí un día, sin saber que al irme regresaba. Pero ahora sé mejor que nadie que no he de regresar de esta partida.

domingo, octubre 20, 2013

Naufrago



Tu amor terrible,
Insano,
Metódico y puro que acabó en la nada.

Inerte, inerme, incomprendido y raudo
Que pasó como un vendaval dejando solo una tristeza larga.

Hoy apenas en medio de la nada
Solo,
Frente a una ventana que me muestra el ayer detenido, abandonado,
Junto a los recuerdos un árbol de lúcuma.

La misma vereda por la que se va tu ausencia y no regresa
La misma vereda por la que me fui para siempre.

En definitiva
Tu amor tan solo
Tan vacío
Se cayó con el alba de una madrugada
Y hoy me llega su recuerdo como trozos de una barca
Naufragada

En el mar del olvido y de la nada.

jueves, octubre 17, 2013

Celendín



Había vuelto por última vez
Para despedirme de una ciudad a la que no volvería

Eran las dos de la tarde
Y la plaza por la que tantas veces recorrimos estaba casi vacía,
La lluvia caía.

Era martes en mi angustia,

La gente iba y venía con mirada vacía,

A unas cuadras estaba la casa a la que nunca más volvería,
El viento se llevó el otoño de otros días,
Era la mitad del invierno
Y la mitad de mi vida.

Detenido en una esquina
La lluvia caía
Sabía que era la última vez que volvía.

Porque el amor se muere
Cuando menos lo esperamos en cualquier recodo de la vida

Porque la existencia es agria
Y todo se termina.
Yo aquella tarde sabía

Que nunca más volvería.

martes, marzo 12, 2013

Lo que alguna vez tuvimos




En medio del crepúsculo se terminó la historia
Las calles que recorrimos quedaron tendidas en el tiempo
Nada va a remediar esta ausencia.
Yo en otra casa,
Mirando por otra ventana caer la tarde
Otra voz me llama, una que no lleva tu nombre
Y entre sus brazos me duermo hasta que llega el alba.
A veces en mis sueños te veo,
Otras veces te encuentro en el tiempo,
Sin querer te pienso,
Sin buscarte encuentro tu recuerdo.

Pero los días pasan
Y se llevan algo de tu esencia los instantes
Otras voces me hablan
La calle por la que ya no regreso me habla de tu olvido,
Nada es fácil pero aprendo.

El aroma de otro cuerpo,
La sonrisa de otro rostro,
La desdibujada ausencia que te busca
Una ventana por la que ya no te veo.

Las moscas vuelan en círculos
Sobre el cadáver del amor que alguna vez tuvimos,
(Gran vuelo, gran altura… esas cosas que acompañan al olvido)
Alguien llama a mi oído,
Yo estoy sin ti, tú no estás conmigo.




lunes, febrero 25, 2013

Sábanas




Tú y tu piel
Tendida sobre la cama,
Desnuda de clemencia.
Desnuda y sobrehumana.

Las sabanas son caminos por donde tu piel descansa
Tu cuerpo provisto de valles y quebradas,
De cumbres y de simas
Una geografía sobrehumana.

Los ríos de tu humanidad
Se desbocan cuando tu piel se enternece,
En ese momento cuando el universo renace
Algo de mí se muere dentro de ti paras seguir viviendo
Por la continuidad de la vida,
Por la fugacidad del amor terreno
Y por la eternidad del amor verdadero,
por aquello que tú y yo sabemos
por aquello tuyo
por aquello mío
por esa comunión que compartimos
cuando nos encontramos en ese mundo nuestro.

Tú en mí
Yo en ti
Los dos en uno solo
Cada uno en el otro
Reconstruyendo el universo
Recogiendo el amor que se va por una calle empedrada
Como cuando éramos niños y nos íbamos a comprar el pan al viejo horno.

Otro pan nos comulga
Yo viajero por tu cuerpo,
Tú perdida en el deseo
Y las cataratas de nuestro amor despeñándose sobre esos caminos blancos donde tu piel descansa,
Donde el amor empieza y acaba,
Termina y renace.

Yo en ti, dentro de ti.
Tú en mí mirando el universo con los ojos cerrados.
Siempre los dos aquí,
Así,
El mí y el tú en una sola melodía de gemidos que renace con las horas

Como esa vez
Como tantas veces
Como tantas otras veces los dos.
Tú y yo en mí, infinitamente el uno en el otro
Tu cuerpo desposeído de todo
Y poseído tiernamente
Entre gemidos de amor
En medio de la nada, mirando el universo en medio de la noche con los ojos cerrados.

Tu piel húmeda tendida sobre los caminos de una sábana blanca
Única cómplice del amor y del mañana que nos aguarda.

jueves, abril 26, 2012

REDENCIÓN




Busco bajo tu piel
El recuerdo ausente de otro tiempo
Las horas caen como moscas en alfeizar de la ventana,
Una tras otra,
Muertas,
 Ateridas…
Ya no es la hora del desayuno
Ya no amanece mi piel junto a la tuya
Ya no dejo olvidada la toalla mojada sobre la cama
(para hacerte rabiar)
Ni dejo los libros olvidados en el baño.
Ahora estoy lejos
Tus manos no pueden alcanzarme
Tu recuerdo me encuentra doblando la esquina como la primera noche de mayo
Cuando se desenredó el cordón invisible que nos unió siempre y que entonces no lo sabíamos.
Ahora estoy en otro lugar,
Hace frío aquí,
Hay un rancio olor a la casa de mi abuela,
A pared humedecida por los días y la lluvia.
Esto de estar muerto en un ataúd
Empieza a hacerme sentir cada vez más solo que nunca.


lunes, marzo 19, 2012

La niña que lanzaba piedritas del cielo



Tú te convertiste en breve tiempo en la mujer que me dio un nuevo despertar.

Antes te había visto, cuando el tiempo aun no llegaba y yo veía por los ojos de la tarde como el viento de los días te llevaba de mi lado.

Una barca azul hecha de piedras de caminos, estábamos tan cerca y nunca nos vimos.

Vivíamos a unos pasos de nuestra soledad humana, esa que no se rompe con las horas ni con nada.

Hubo que escribir en los diarios para empezar a buscarnos sin saberlo y encontrarnos sin saberlo.

Así fue, llegamos para encontrarnos a la mitad de nuestras vidas, para gastar la otra mitad, esa otra mitad que ya de nada servía sin el tiempo restante de otoños venideros.

Habíamos buscado en la desolación el silencio de las tardes para ser felices...


/Una vieja casa de madera nos había visto hace años con sus ventanas transparentes pasar cuando éramos niños y otras manos tomaban las nuestras por caminos diferentes/

Y estábamos tan cerca del cielo, debe ser por eso

Que esa noche una niña lanzaba piedritas del cielo para hacernos reír.

Hoy la misma niña lanza piedritas desde nuestra tarde para oír su voz,

Aquella que una noche hoy lejana nos llamaba sin saber que había llegado la hora de empezarnos a amar.

viernes, enero 13, 2012

Hijo, es preciso que recuerdes para no olvidar.



Que des una mirada a tu ayer,
Entre los hilos del pasado siempre quedan los recuerdos,
Las veces que vivimos felices persiguiendo a las estrellas
Cuando dormías a mi lado y despertábamos en un mundo diferente.
Hoy como antes te sueño y te encuentro,
No he dejado de buscarte, la vida sigue de largo.

Esta canción era nuestra
Esas tardes que hoy se han ido para siempre.



http://www.youtube.com/watch?v=wrTwPKdVwaY

lunes, octubre 03, 2011

Desahogo


He vuelto a recordarte para no olvidar que los días al final son un cúmulo de lamentos que se juntan unos sobre otros.

Para darme cuenta que ha sido inútil la vida todos estos días que me hundí en un pozo de fango sin tus manos con las mías.

Hacía tiempo que me había caído y  llorar por las noches ya no era suficiente.

Solo hay ganas de llorar al volver a ver el camino que recorrimos todo este tiempo.

Atrás quedaron nuestros juegos de cocina, los experimentos para servirlos después en medio del silencio de la casa.

Y esa casa sin construir con sus ventanas en los sueños.

Hoy las moscas recorren la soledad de esos domingos, de nuestros cuerpos distantes,
De ese silencio cada vez más grande, como esta pena que se ahoga en esta tarde que se acerca la hora de partir a donde no encontraré a nadie.

Hubiera querido que nunca llegara esa botella que acabó ahogándome y destruyendo para siempre las ganas de vivir que tú me dabas.

Esta vez no hay nada que decir, tantas veces llega el río al mar que acaba ahogándose,
Esta vez no habrá más palabras, porque te amo aunque el viento no te haga llegar nunca más mis palabras,

Aunque nunca llegue mi voz hasta tu playa para decirte como antes que estoy muy triste y que estoy llorando...

viernes, agosto 05, 2011

Las mujeres y los payasos se pintan la cara,




Las mujeres y los payasos se pintan la cara,
También los mimos,
Los que quieren ser otros y no ser los mismos,
Ocultar una pena y jugar a ser felices.

Pintarse la cara es mejor que cubrirla,
Las líneas viejas o felices no se pierden
Solo se cubren bajo una capa suave de pintura
Que no oculta el llanto ni la pena.

Las mujeres y los payasos se pintan la cara
Y la noche se cubre de escarcha
Para disimular su pena,
La sombra modifica las profundas grietas del alma
Ahí donde perece el grito mudo del mimo.

El payaso llora en el fondo y la mujer llora mientras plancha,
Sala su llanto la merienda diaria y su pena no acaba.

La pintura es solo una piel que nada disfraza,
Las penas son penas y crecen desde el alma,
Las lágrimas la lavan cuando se despeñan por sus mejillas
Y dejan la huella clara de una tristeza guardada.

domingo, julio 03, 2011

Pan de la tarde


Mi abuela tiene una mirada cada día más triste,
Ya no es la mujer que molía en el batán a las cinco de la mañana
Para darnos de desayunar un caldo verde,
Ella hace mucho que olvidó el rostro de mucha gente,
Empezó por olvidar cosas pequeñas,
Como dónde dejó el crochet o si había tomado su lonche.
Después siguió olvidando
Cosas cada vez más complejas, no por eso importantes.
Una tarde olvidó que el abuelo había muerto
Y quería revivirlo en su recuerdo con historias sobre él,
Hablaba de sus cabellos, de sus trajes formidables,
De sus más íntimas tristezas.
Mi abuela ha empezado a caminar cada vez menos por la casa,
Y ha empezado a olvidar más y a recordar menos.

Es mejor olvidar que llorar.

Y eso en el fondo es un consuelo.
No es bueno ser el último habitante de un mundo que ya no existe.
Un día olvidó su nombre, olvidó que era Doña Juana
Y despertó pensando que era Adelaida, su madre,
Creyó haber escuchado que la llamaban en la vieja casa cerca a la plaza,
Esa que tenía un horno y una vieja portada.
Despertó molesta porque no recordaba si ya habían ordeñado las vacas,
Después volvió a dormirse y despertó siendo ella.
Caminó por la sala y se dio cuenta que la vida ya no era la misma,
La lluvia… ya no tenía un nombre como antes
Y el frío era solo una sombra del que ella sentía en su niñez.
La lluvia mojaba pero nada más
Y los nietos llegábamos a la casa para verla y nada más.
Había dejado de escuchar como antes,
Sus pasos se han hecho más lentos,
Sus ojos se han aguado, su mirada busca en todas partes sin saber una razón exacta.
El canto de las palomas ya no atrae su atención y el rumor de un gorrión herido la incomoda.
Es terrible ser el último habitante de un mundo al que ya no se pertenece y ella lo sabe,
Por eso cada tarde mira al cielo esperando la mano que la tome y dice que la vida es muy triste cuando se envejece y se esta sola,
Mientras una lágrima se despeña por su mejilla y los carros pasan inmóviles cruzando la avenida.
Más lejos llega el rumor de un panadero que anuncia que el pan ha llegado aunque no haya acompañantes para yantar esa mesa.
Mi abuela solo llora.

jueves, febrero 10, 2011

Tras de la ventana


Sentado, mirando desde la ventana de mi oficina, de esa oficina inexistente, desde este balcón que pocas veces se abre como el viejo balcón de mi habitación al que pocas veces me asomo. Apenas puede verse la existencia de días vacíos en un puñado de días difusos. Difusos como el recuerdo de una borrachera, del recuerdo de un ebrio al que a nadie fastidia.

Mirando la infancia rota y perdida entre los jardines de un jardín hoy desconocido, mirando también otras infancias como muñecas caídas, sin manos y sin pies, sin ojos, heridas de muertes sobre la hierba seca de unos amores que ya no están y que a veces aparecen como estrellas fugaces preguntando por mí, para abrazarme, tocarme, robarme un beso y decirme adiós.

Nada es fácil a la mitad de la vida, cuando todo parece diluirse sin explicación, cuando una ráfaga de pena se ha llevado el último grito de felicidad, cuando han venido de nuevo a buscarte las sombras temibles del ayer.

Los últimos años se van por una calle sin mí, oigo sus pasos pero no los puedo ver.

lunes, enero 17, 2011

Tú también...


Tú también le pusiste alas a la noche
Y te marchaste a un lugar oscuro con un hombre al que creías amar
Te alejaste de mí
Y yo dormía en el mundo de tu ausencia
Agónico
Aterido a la distancia de tu cuerpo que se desnudaba sobre mi angustia.

Tú también, como ellas
Esas otras que se arrancaron mis alas y llenaron mi cuerpo de alfileres para clavarme en la pared.
Creíste que te amaban en la soledad de esa noche
Entre paredes largas y frías
Entre el murmullo de las horas cuando caen como la lluvia
Y cuando entraron en tu alma
Cerraste los ojos para pensar en mí.

Tú también, como todas,
Me engañaste una noche para apagar tu soledad
Y hoy estás más sola todavía.

jueves, setiembre 23, 2010

Yo también te quería...


Yo también te quería, cuando mirabas las estrellas en la noche tomada de mi mano y tratabas de explicarme el universo, ese que yo solo veía en tus ojos.


Yo también te amaba, cuando llegaba la tarde y me quedaba dormido sobre las hojas de agún libro, marchito, inerme, herido mortalmente por el cansancio de la nada.

Yo aprendí a leer los días en tus ojos, aprendí el dulce y el salado en tu mirada y en las lágrimas que tantas veces provoqué sin quererlo.

Pero el viento de los días fue acabando ese amor, el tiempo y la distancia hicieron los demás.

Hoy llega tu recuerdo como una hoja caída a mi memoria.
Estás lejos, yo estoy solo.

Recordarte es lo único que queda,
Y esa foto tuya en un marco de cristal sobre la mesa.

Solo tu ausencia.

lunes, julio 26, 2010

Asiento 36

Me había enamorado de su rostro
De su mirada limpia que parecía una lluvia de invierno.

Yo había nacido en un pueblo de inviernos
Todos los demás pueblos del mundo tenían uno cada año,
Pero este tenía cuatro,
Por los techos de sus casas,
El agua se deslizaba como cataratas.
Todo ello hizo que la empezara a amar.

Un día descubrí que no había más inviernos,
Que los días eran papeles arrugados en el fondo de un bolsillo roto.
Que había pasado mis días contando las estrellas inútilmente.

Pero nosotros teníamos una vida
Habíamos construido una casa de barro que alimentamos con nuestros sueños,
Un jardín celeste en el que crecían flores azules.

Y teníamos una fuente
A donde se acercaban a beber los gorriones cada día.

Un día tuve que tomar un autobús
Y dejarlo todo
Dejar su amor en medio de la casa
Unos papeles que apenas hoy recuerdo
Y los pasos que una vez me llevaron hasta su lado.

Hoy que es de noche la recuerdo…
Y me acuerdo de los inviernos, del bus y de su adiós a las cinco y treinta de la mañana.
Después yo crucé la plaza

Unos perros me ladraban distantes y hacía mucho frío en la madrugada.
Cuando subí al bus me dieron el asiento 36

Hoy prefiero caminar, sin pensar en los inviernos,
Sin viajar en autobús
Y sin pensar en que alguna vez la amé
Prefiero que la ventisca de la tarde me devore.
A recordar su rostro esa mañana pidiéndome que me marche.

Pero ese día...
Después que crucé la plaza

Sentía un frío infinito
Los ladridos de los perros me daban más frío todavía
Y la luna redondamentellena iluminaba un camino lleno de papeles
Y de marcas diferentes
De cigarrillos, de chocolates, de galletas.

Yo caminaba como una sombra
Sin hacer ruido
Y en el suelo se reflejaba mi cuerpo y mi bufanda,
Una bufanda tejida
Que una vez me obsequió mi madre
Y yo sentía que los dos fuimos echados de esa casa

Que los dos caminábamos en medio de esa soledad de madrugada.
Que los dos fuimos echados por esa mujer que amé hasta esa mañana

/pero claro
Mi madre no estaba conmigo
Pero si la bufanda
Con sus sueños tejidos
Enredada en mi cuello/.

Otras veces había sentido frío interior
Pero esta vez era diferente
Sentía un frío en el alma
Que me dolía

Hasta que finalmente me dieron el asiento 36 del bus
Y me senté
Me acurruqué junto a la ventanilla

Y miré las luces anaranjadas de la calle
Y lloré en silencio
Y me quedé dormido
Y soñé que mis lágrimas no eran mías

Que era la lluvia que caía
Dormí, dormí y hacía mucho frío.