domingo, julio 03, 2011

Pan de la tarde


Mi abuela tiene una mirada cada día más triste,
Ya no es la mujer que molía en el batán a las cinco de la mañana
Para darnos de desayunar un caldo verde,
Ella hace mucho que olvidó el rostro de mucha gente,
Empezó por olvidar cosas pequeñas,
Como dónde dejó el crochet o si había tomado su lonche.
Después siguió olvidando
Cosas cada vez más complejas, no por eso importantes.
Una tarde olvidó que el abuelo había muerto
Y quería revivirlo en su recuerdo con historias sobre él,
Hablaba de sus cabellos, de sus trajes formidables,
De sus más íntimas tristezas.
Mi abuela ha empezado a caminar cada vez menos por la casa,
Y ha empezado a olvidar más y a recordar menos.

Es mejor olvidar que llorar.

Y eso en el fondo es un consuelo.
No es bueno ser el último habitante de un mundo que ya no existe.
Un día olvidó su nombre, olvidó que era Doña Juana
Y despertó pensando que era Adelaida, su madre,
Creyó haber escuchado que la llamaban en la vieja casa cerca a la plaza,
Esa que tenía un horno y una vieja portada.
Despertó molesta porque no recordaba si ya habían ordeñado las vacas,
Después volvió a dormirse y despertó siendo ella.
Caminó por la sala y se dio cuenta que la vida ya no era la misma,
La lluvia… ya no tenía un nombre como antes
Y el frío era solo una sombra del que ella sentía en su niñez.
La lluvia mojaba pero nada más
Y los nietos llegábamos a la casa para verla y nada más.
Había dejado de escuchar como antes,
Sus pasos se han hecho más lentos,
Sus ojos se han aguado, su mirada busca en todas partes sin saber una razón exacta.
El canto de las palomas ya no atrae su atención y el rumor de un gorrión herido la incomoda.
Es terrible ser el último habitante de un mundo al que ya no se pertenece y ella lo sabe,
Por eso cada tarde mira al cielo esperando la mano que la tome y dice que la vida es muy triste cuando se envejece y se esta sola,
Mientras una lágrima se despeña por su mejilla y los carros pasan inmóviles cruzando la avenida.
Más lejos llega el rumor de un panadero que anuncia que el pan ha llegado aunque no haya acompañantes para yantar esa mesa.
Mi abuela solo llora.