sábado, noviembre 18, 2006

Me gusta el olor de las librerías


No me gusta el olor de los hospitales
Las batas blancas y pasillos
Acaban deprimiéndome
Siempre.

Los pisos vinílicos
Con sus desgastes continuados,
Con sus huecos perseguidos por rutina.

No me gusta amarte con tus ojos puestos en tus pacientes
Ni con tus historias clínicas.
Prefiero mis historias
Sin cifras ni corticoides
Prefiero el olor de las librerías
Y de papeles
Ellos son más humanos que los niños que traes a diario al mundo.

A este mundo más salvaje cada día.

No me gustan los hospitales ni sus puertas carceleras
Ni las angustias que los transitan en cotidiano
Ni tampoco la sonrisa de esa mujer que cobra en la caja
Y que cobra las heridas por adelantado
Y que cobra las “altas” por adelantado

No hay mucha diferencia entre estar preso y estar enfermo
En ambos se vive un encierro
Involuntario
Por eso no me gusta olerte cuando regresas de traer niños al mundo.

El olor del quijote es más humano que el de la penicilina.

Por eso obstetriz amada
Tengo miedo de acabar enamorándome de la chica triste
Que vende en esa vieja librería
En esa donde compramos Hola y Buenhogar
Y ese aburrido diccionario farmacológico que me deprime mucho más.

Una librería es más humana que una farmacia
En la primera se vende medicina para el alma
En la farmacia frascos de esperanza.

Por eso la gente entra feliz a las librerías y angustiada a las farmacias.

No me gusta el olor de los hospitales
Porque algo de muerte hay en ellos
Blanca, negra aséptica hondonada de silencio y amargura

Prefiero tu mirada limpia en la mañana
A esa en que las palomas se despiertan sin angustias
Blanca, blancas, como tu bata de hospital.
05/11/06