viernes, noviembre 22, 2013

Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde


Pocas veces en la vida valoramos lo que tenemos, a veces como sucede con las vacas de un corral, estamos mirando el pasto del otro lado de la cerca pensando que aquel es más sabroso que el que tenemos.

Sucede a menudo con nuestros afectos, nos alejamos por malos entendidos y es cuando recién nos damos cuenta de lo que tuvimos, pero a la vez de lo que perdimos. No es fácil reconocer que nos equivocamos, pero tampoco podemos estar equivocándonos todo el tiempo, constantemente y hacer del error una monotonía. Aunque dicen que es mejor equivocarse porque ello significa que algo hacemos, los que no se equivocan casi siempre permanecen inmutables es necesario aprender de nuestros errores la vida de nuestros días grises.

A veces parece que la vida nos ahoga y es fácil pensar en salidas nada prudentes, la vida pese a todo sigue siendo hermosa y nada hay en ella que merezca dejarla pasar de largo sin siquiera darnos cuenta.

Cada día puede ser el último, uno nunca sabe en qué momento nos buscará la mano solitaria y fría de la muerte, sin darnos tiempo a pedir el perdón postergado, el te amo negado, la palabra de amor no dicha ni el instante feliz que pudimos haber regalado a ese alguien al que preferimos tratar con indiferencia porque creímos que el tiempo era eterno y que la muerte no iba a llegar a buscarnos.

La vida está hecha de instantes inesperados, en la película de nuestra vida somos las estrellas, el artista principal que ríe, calla, se cae, se levanta y sufre. Somos los arquitectos de esa dicha o infelicidad, perpetua o temporal. Nadie va a hacer por nosotros lo que no hagamos por nosotros mismos.

La vida tiene tiempos extraños, días lluviosos, días soleados. No hay pena que dure todo el tiempo, ni melancolía a la que no borren los días. La vida es apenas un instante si la comparamos con tantas cosas que aprendimos con el tiempo, en la vida apenas somos pasajeros que tomamos un bus cuando nacemos y no sabemos en qué instante nos desembarcarán en algún paradero.

Nada es eterno, todo es efímero y pasajero. Hay cosas que duran más, eso es cierto; pero nada hay a lo que no llegue su último momento. Siempre nos damos cuenta de lo que tuvimos cuando lo perdemos y casi siempre es tarde para decir me arrepiento.

La vida está hecha de momentos inesperados que sin darnos cuenta se los lleva el tiempo, mientras nos hacemos viejos, mientras nos negamos un beso, un afecto, un te quiero… hasta que un día nos damos cuenta que estamos muertos.

No dejes que el río de los días se lleve tu vida, aunque a veces hay momentos tristes vale la pena seguir viviendo. Aunque las lágrimas rueden tus mejillas, vale la pena llorar la pena contenida para dejar el alma libre del peso inútil de la ausencia.


Vale la pena hacer cualquier esfuerzo para ser feliz. Y aun cuando parezca que todo está perdido se puede volver a empezar, en otra ciudad, con otra gente, con otros afectos… Mientras haya vida habrá esperanza y todas las penas al final siempre se acaban. Vale la pena cualquier razón para ser feliz, buscar la dicha escondida en cualquier momento.

lunes, octubre 28, 2013

Del edificio Las Moreras al vacío de esta tarde



Y volvimos a casa con las ganas de morir,

En medio de cláxones de autobuses y de tantos ruidos deshabitados de silencio.

(Atravesamos la calle cerca  a los institutos de enfermeras /Los trajes blancos siempre me perturbaron, siempre parecieron ser 

                El eco que cae sobre una mesa después de la merienda,

                        En ese momento en que las moscas empiezan a surcar ese silencio infinito, con su zumbido agrio.

Una vez una enfermera habitó mi sueño.

Otra vez fue una farmacéutica con su traje blanco y su olor a asepsia

Las farmacias siempre me sedujeron con su olor a limpio, a alcohol y Vic Vaporub,

A infancia blanca, detenida entre las líneas pintadas en una pared por una  mano infante)

Y volvimos cruzando varias calles, con puestos de periódicos que colgaban titulares violentos,

Con papeles amarillos, con ese olor indefinido…

(Otro de los olores que me atrapan, el de la tinta y el papel, el mismo olor de siempre como cuando en los ochenta envolvíamos la basura en las grandes hojas de El Comercio –con sus letras góticas- y las lanzábamos por el incinerador en el piso sétimo del edificio Las Begonias o del piso octavo del edificio Las Moreras en la Residencial San Felipe)

Y los diarios sujetos con ganchitos de ropa, ganchitos de madera, que ya no se ven como antes…

Diarios con titulares sensacionalistas, con mujeres desnudamente bellas y descaradas.

Y regresamos, pero en realidad nos estábamos yendo hacia el recuerdo,

Al olor de las farmacias y las librerías

Porqué en el primer piso del edificio Las Begonias había una librería cuyo aroma aun me penetra el alma cuando me acuerdo

De todos esos libros en la vitrina,

Como puertas que se abrían a otros mundos.

Yo quería ser un librero,

Un vendedor de libros y revistas,

Daba lo mismo si era en una librería de residencial o en un quiosco de esquina colgando con ganchitos los diarios cada día.

En esos días tenía cinco años

Casi un cigoto en los días de la vida / pero sabía que acabaría escribiendo cualquier día un poema a esos días

Y después me enamoré de una enfermera y tuve un hijo con una farmacéutica llena de melancolía.

Y hoy me he enamorado de una poeta/ en el rincón vacío de esta tarde/ la del árbol de lúcuma y de la casa gris de Celendín.

Me acuerdo de ella y de su distancia,

De la voz de su padre y de su madre después de años de ausencia,

Pidiéndome que no haga lo que ellos hicieron, es decir, abandonarla y quebrarle alma a gritos como ellos tantas veces lo hicieron…

Y la veo metida dentro de mi alma habitando el tiempo detenido de mi vida

Yo no sé qué destino hay en todo ello,

Pero sucede que a veces un letrero de neón te dice tu futuro y 35 años después las cosas se cumplen.

Como se han cumplido en mi vida.

De esta mañana solitaria en que escribo en la sala de redacción de un diario que está habitado por fantasmas, mientras al otro lado del muro unos niños juegan pateando una pelota mientras sus madres los contemplan preocupadas, porque saben que no todo el tiempo durará la niñez y un día irremediablemente tendrán que partir/


Como yo también partí un día, sin saber que al irme regresaba. Pero ahora sé mejor que nadie que no he de regresar de esta partida.

domingo, octubre 20, 2013

Naufrago



Tu amor terrible,
Insano,
Metódico y puro que acabó en la nada.

Inerte, inerme, incomprendido y raudo
Que pasó como un vendaval dejando solo una tristeza larga.

Hoy apenas en medio de la nada
Solo,
Frente a una ventana que me muestra el ayer detenido, abandonado,
Junto a los recuerdos un árbol de lúcuma.

La misma vereda por la que se va tu ausencia y no regresa
La misma vereda por la que me fui para siempre.

En definitiva
Tu amor tan solo
Tan vacío
Se cayó con el alba de una madrugada
Y hoy me llega su recuerdo como trozos de una barca
Naufragada

En el mar del olvido y de la nada.

jueves, octubre 17, 2013

Celendín



Había vuelto por última vez
Para despedirme de una ciudad a la que no volvería

Eran las dos de la tarde
Y la plaza por la que tantas veces recorrimos estaba casi vacía,
La lluvia caía.

Era martes en mi angustia,

La gente iba y venía con mirada vacía,

A unas cuadras estaba la casa a la que nunca más volvería,
El viento se llevó el otoño de otros días,
Era la mitad del invierno
Y la mitad de mi vida.

Detenido en una esquina
La lluvia caía
Sabía que era la última vez que volvía.

Porque el amor se muere
Cuando menos lo esperamos en cualquier recodo de la vida

Porque la existencia es agria
Y todo se termina.
Yo aquella tarde sabía

Que nunca más volvería.

martes, marzo 12, 2013

Lo que alguna vez tuvimos




En medio del crepúsculo se terminó la historia
Las calles que recorrimos quedaron tendidas en el tiempo
Nada va a remediar esta ausencia.
Yo en otra casa,
Mirando por otra ventana caer la tarde
Otra voz me llama, una que no lleva tu nombre
Y entre sus brazos me duermo hasta que llega el alba.
A veces en mis sueños te veo,
Otras veces te encuentro en el tiempo,
Sin querer te pienso,
Sin buscarte encuentro tu recuerdo.

Pero los días pasan
Y se llevan algo de tu esencia los instantes
Otras voces me hablan
La calle por la que ya no regreso me habla de tu olvido,
Nada es fácil pero aprendo.

El aroma de otro cuerpo,
La sonrisa de otro rostro,
La desdibujada ausencia que te busca
Una ventana por la que ya no te veo.

Las moscas vuelan en círculos
Sobre el cadáver del amor que alguna vez tuvimos,
(Gran vuelo, gran altura… esas cosas que acompañan al olvido)
Alguien llama a mi oído,
Yo estoy sin ti, tú no estás conmigo.




lunes, febrero 25, 2013

Sábanas




Tú y tu piel
Tendida sobre la cama,
Desnuda de clemencia.
Desnuda y sobrehumana.

Las sabanas son caminos por donde tu piel descansa
Tu cuerpo provisto de valles y quebradas,
De cumbres y de simas
Una geografía sobrehumana.

Los ríos de tu humanidad
Se desbocan cuando tu piel se enternece,
En ese momento cuando el universo renace
Algo de mí se muere dentro de ti paras seguir viviendo
Por la continuidad de la vida,
Por la fugacidad del amor terreno
Y por la eternidad del amor verdadero,
por aquello que tú y yo sabemos
por aquello tuyo
por aquello mío
por esa comunión que compartimos
cuando nos encontramos en ese mundo nuestro.

Tú en mí
Yo en ti
Los dos en uno solo
Cada uno en el otro
Reconstruyendo el universo
Recogiendo el amor que se va por una calle empedrada
Como cuando éramos niños y nos íbamos a comprar el pan al viejo horno.

Otro pan nos comulga
Yo viajero por tu cuerpo,
Tú perdida en el deseo
Y las cataratas de nuestro amor despeñándose sobre esos caminos blancos donde tu piel descansa,
Donde el amor empieza y acaba,
Termina y renace.

Yo en ti, dentro de ti.
Tú en mí mirando el universo con los ojos cerrados.
Siempre los dos aquí,
Así,
El mí y el tú en una sola melodía de gemidos que renace con las horas

Como esa vez
Como tantas veces
Como tantas otras veces los dos.
Tú y yo en mí, infinitamente el uno en el otro
Tu cuerpo desposeído de todo
Y poseído tiernamente
Entre gemidos de amor
En medio de la nada, mirando el universo en medio de la noche con los ojos cerrados.

Tu piel húmeda tendida sobre los caminos de una sábana blanca
Única cómplice del amor y del mañana que nos aguarda.