sábado, junio 17, 2006

LA DANZA DE LAS HIENAS


Hemos perdido aún este crepúsculo
Nadie nos vio esta tarde con las manos unidas
Mientras la noche azul caía sobre el mundo

…¿Por qué se me vendrá todo el amor de golpe
Cuando me siento triste, y te siento lejana?

Pablo Neruda.






I

El aullido de las hienas despertó mi corazón
Cuando llovía en tu regreso.

El canto de un ave salvaje
Se perdió tras los huracanes de tu pena.

Y los jardines de la noche aguardaban a que volviésemos
A hundirnos en sus charcos.

El mar no pudo sumergir toda la pena
Que los días arrastraron a mi costado.

No pudo ahogarte el olvido que bebí como un veneno.

No pudieron los crepúsculos olvidar nuestras siluetas
Mordiendo las gargantas de la vida.

Si después, cuando regreses,
No vayas a encontrar mi voz en mi garganta,
Si no hallases mis ojos en sus cuencas aguardándote,
Si no vuelves a encontrarme como ayer.

Y palomas heridas te persigan

Y hienas salvajes te circunden en una danza mortuoria
Con sus ojos luminosos como faros de Belial


Mientras sus risas caigan al polvo de los reptiles.

Acuérdate de mí como ayer.

Acuérdate que en mi corazón germinó la semilla del amor.
Sólo así las gaviotas que me secuestran me liberarán.

Sólo así el viento desatará
Mi cautivo corazón para siempre.

La danza de las hienas no podrá tocarte
Mientras guardes en tu pecho la espera de los parques
Y vuelvas como ayer con tu inocencia
A persignarse en los templos o al cruzar la calle.

La danza de los años no va a lastimarte
Mientras bebas el agua de mis manos
Y a media noche liberemos las estrellas de las osas
Sin mediar batalla alguna.

Sólo mi amor como un puñal puede cortar las cuerdas que te atan a esta pasión.






II

Seis de la mañana al filo de la vereda
No me acostumbro a tu nombre.

Voy a renegar una vez más y estoy cansado.

Voy a abrirme las venas para ver mi alma.

Cuando vuelva a caer la noche
Besaré otra vez la foto del silencio
Que tengo en mi pecho herido.

Después de ti mi vida se perderá por un camino largo
A donde sólo las hienas se atreven a seguirme
Para ver que extremidad pueden morderme.

Después de ti mi cuerpo desnudo alimentará a los
rapaces más queridos de la pradera.

Después de ti mi sombra se hundirá en la nada.

Sé que están aguardando en las praderas
Al día en que me quede dormido
Para llenar mis cuencas con el grito de sus risas.





III

Sólo tu voz voy a llevarme
Por el camino.

Cuando el viento de agosto golpee tu rostro
Hasta dolerte.

Sabrás que mi voz no era mentira
Y que mis ojos ausentes de los tuyos
Ven inviernos nuevos en el alma.

De ti brotó mi vida una mañana
Como una catarata de angustia hasta el vacío.

Mientras te busco en el río inútil de los días
Tardes amarillas devoran mi corazón
Como un nido de abejas.




IV

La vida es un puñado de días muertos, me decías
Y el viento se llevaba tus palabras
Por paisajes pintados por el miedo,
Dios no tuvo tiempo para oír tu voz

Dios nunca tuvo tiempo
Desde que adán mordió el anzuelo de los días.
/Fue ahí cuando Dios encontró el pretexto para abandonarnos/

La vida es un puñado de felicidades muertas, me decías
y yo sabía que te amaba.

Se derrumbaron los silencios y el enero
Y yo sabía que te amaba.

Las hienas se reían de mi pena
Y yo te amaba.

Los eneros se derrumban con el tiempo
Los febreros agonizan en tu beso.

Cuando haya partido, mi voz trepará
A las cavernas del cielo
Y los eneros ya no me buscarán para escondernos.



V

En tu vientre crecieron las enredaderas
Que vararon en la blanca espuma del deseo.

Fueron los días, solamente.

Fueron las olas colgadas de la espera.

Fueron tus ayes colgados de mi garganta
El último crepúsculo de mi voz.

Yo, como a todo, a ti también te llamaba en mis noches de vigilia.

De ti se descolgó el universo cuando el dios que lo tenía sujeto de una telaraña se quedó dormido.

De tus manos de barro y días cayeron mis tardes como un puñado de maíz lanzado a las palomas.

Mientras en tu vientre crecían mis días solos, soleados,
Perseguidos, llenos de nervios.

Corrían las aguas turbulentas de mis amores.

Y yo también, al igual que tú sabía que rescatar la vida era imposible.


VI

Naciste un día como todas, con el llanto desteñido,
Tu casa era un laberinto azul
Al que tus ojos se asomaban a ver caer las tardes,
Nadie te dijo que la vida era una larga batalla,
Nadie te dijo que la vida era una batalla inacabable.

Se burlaron de nosotros las estrellas
Y fugaces meteoros se hundieron en el mar avergonzados.

El maná nunca llegó a nuestras bocas hambrientas.

Dios nos miraba desde su distancia altísima
Sin perdonarnos el pecado de ser hijos de sus hijos.

El gran abuelo nos dejó en el mundo vendiendo golosinas
En las esquinas de las calles.

Y nos envolvió en una sábana blanca sin darse cuenta
Que aún estábamos vivos.

Naciste un día en que el sol se había marchitado
Y yo te esperaba preocupado,
Sin saber si me hallarías.

Hasta que un día floreció en tu vientre mi cansancio.




VII

Cuando el amor emerge como una madrugada
El corazón se vuelve un puñado de sangre.

Tú huiste con los venados del alba
Cuando el frío rocío de la mañana aún no despertaba.

Y las viejas beatas contemplaban con envidia
Tu feliz azul mirada,
Te miraba con envidia la mañana
Y llevabas en tu vientre el torrente tibio de mi alma
De mi voz,
De mis palabras perseguidas por la nostalgia.

Huías de la mañana como huyen las estrellas cuando llega el alba.
Huyendo/
Prisionero me quedé en la cárcel del vacío.

Y el amor se marchó como una blanca paloma
Perseguida por las piedras del murmullo.

Mañana cuando regreses con las llaves de mi prisión
Te estaré esperando a la sombra de tu adiós.





VIII

De ti vinieron las tardes
Trayéndome otros caminos.

Yo no sabía que cantaba para ti
Cuando ayer rompía las madrugadas.

Yo no sabía que en una esquina de enero
Íbamos a bebernos la noche.

Sí después, Rosa triste de mi tarde
Vientos otoñales marchitan tu corazón
Y lo arrastran al panteón de los días.

Sólo allí cerraré los labios y mi canto,
Sólo allí sucumbiré sin batalla,
Sólo entonces coronaré mi frente con tus ayes.

Mientras tanto
Sigo cantando con el viento.





IX

Por ti detuve el tiempo en la palma de un niño.

Por ti anidaron las gaviotas en mi corazón
Cuando estaba años deshabitado.

Por ti viví entre las arañas como un insecto disecado.

No sabía que el tiempo vararía mi felicidad
Como un trozo de naufragio que el mar arroja
A una isla desierta.

Cómo imaginar que los vientos del sur
Te arrancarían de mí
Como una cometa que se pierde en la distancia.

Hoy un nudo de pena ahorca mi garganta
Cuando me acuerdo de ti.

Por ti tomé una espada, me volví pirata
Y abordé mil tardes
Antes de decapitar sus seis de la tarde pensativas.

Por ti me asomo a los balcones diariamente
A ver si un mendigo te trae entre sus palmas tibias
Y
Nada.




Por ti me asomo a los aguaceros para preguntarles si no te traen en sus cantos
Y
Nadie te ha visto con tu traje de tristeza y tus ojos vacíos.

Le pregunto al silencio que sabe de ti
Y no sabe responderme.

Hoy que dan las seis en esta tarde hermana
Los luceros lentamente surcan el firmamento
Como perros que persiguen la luna
Y nadie sabe que ha sido de tu marchito corazón.





X

Mañana cuando el tiempo nos haya acorralado
Y no tengamos en el pecho la tibieza de de ningún amor
Y los hijos nos juzguen desde sus ventanas
Mientras el sol llegue a nuestros ojos pensativos

Vas a acordarte de mi voz.

Mañana cuando las risas sean una vieja melodía
Inexistente
Y haya trepado por nuestros cuerpos la enredadera de la vejez.

Vas a acordarte de mi amor.

Mañana cuando apenas la sombra nos acompañe para mostrarnos que hemos envejecido
Y los insectos detesten nuestra piel por su corteza
Impenetrable.

Vas a acordarte de este abril.

Y aún cuando un hoyo nos sumerja en el negro intenso de su interior

Y todos se marchen dejando regadas las rosas que amábamos

Vas a acordarte que en el patio azul de mi amor se enterró tu corazón.





XI

Hoy es jueves, afuera el aguacero canta himnos de amor

El amor que te circunda es un barco de papel
Cuidando tu solo corazón.

No hay jueves sin dolor, jueves nací
Agonicé años después largas madrugadas.

Mañana iremos al limbo para amarnos.

Mañana vamos a preñar la mañana de felicidad,

Y si los lagartos espiasen nuestros cuerpos desnudos
Alborotando el silencio de gemidos
Vamos a escondernos en el vientre del mundo
Como dos raíces ahogadas,

A donde sólo llegue la voz de los días.




XII

No te perdono el haberme querido.

No te perdono el incendiar mi corazón como un Nerón
Cuando más te amaba.

Voy caminando
Guerrero herido y cansado/ voy llegando a mi aldea.

Los pañuelos del retorno se agitan

¿A dónde volveré si tu no estás?

No te perdono el haberme querido.

No te perdono el haberme abierto el corazón
Con un puñal de adiós
Y haberme abandonado en medio del otoño.

Mañana me voy a olvidar de ti.

Mañana desertaré de tu amor para siempre.