Tú y
tu piel
Tendida
sobre la cama,
Desnuda
de clemencia.
Desnuda
y sobrehumana.
Las
sabanas son caminos por donde tu piel descansa
Tu cuerpo
provisto de valles y quebradas,
De cumbres
y de simas
Una geografía
sobrehumana.
Los ríos
de tu humanidad
Se desbocan
cuando tu piel se enternece,
En ese
momento cuando el universo renace
Algo
de mí se muere dentro de ti paras seguir viviendo
Por la
continuidad de la vida,
Por
la fugacidad del amor terreno
Y por
la eternidad del amor verdadero,
por
aquello que tú y yo sabemos
por
aquello tuyo
por
aquello mío
por
esa comunión que compartimos
cuando
nos encontramos en ese mundo nuestro.
Tú en
mí
Yo en
ti
Los
dos en uno solo
Cada uno
en el otro
Reconstruyendo
el universo
Recogiendo
el amor que se va por una calle empedrada
Como cuando
éramos niños y nos íbamos a comprar el pan al viejo horno.
Otro
pan nos comulga
Yo viajero
por tu cuerpo,
Tú perdida
en el deseo
Y las
cataratas de nuestro amor despeñándose sobre esos caminos blancos donde tu piel
descansa,
Donde
el amor empieza y acaba,
Termina
y renace.
Yo en
ti, dentro de ti.
Tú en
mí mirando el universo con los ojos cerrados.
Siempre
los dos aquí,
Así,
El mí
y el tú en una sola melodía de gemidos que renace con las horas
Como esa
vez
Como tantas
veces
Como tantas
otras veces los dos.
Tú y
yo en mí, infinitamente el uno en el otro
Tu cuerpo
desposeído de todo
Y poseído
tiernamente
Entre
gemidos de amor
En medio
de la nada, mirando el universo en medio de la noche con los ojos cerrados.
Tu
piel húmeda tendida sobre los caminos de una sábana blanca
Única
cómplice del amor y del mañana que nos aguarda.